Nivel de desesperación: mono en la portada

Es posible que el título de esta entrada os haya chocado un poco, pero esa era la idea cuando lo escribimos XD

Si ya os habéis decidido por publicar con una editorial y habéis firmado el contrato, ahora estaréis en la fase de "revisión del texto", tras la cuál se os debería entregar una galerada del mismo que tendréis que aprobar. Hasta aquí suena todo precioso, ¿verdad? Aunque la realidad es un poco distinta; veis un error en el texto o la maquetación, se lo enviáis a la editorial, esta lo corrige y os vuelve a enviar el texto. Y así días, semanas... ¿Veis por dónde vamos?

Es muy fácil que en esta situación acabéis hartos de vuestra propia historia, de releerla una y otra vez, y una vez más. Y es posible que en algún momento os sintáis tentados a dar el "visto bueno" con tal de acabar de una vez y ver por fin el libro publicado. ¡¡Graso error!!

Sí, es cierto, revisar vuestro propio manuscrito veinte mil veces y pico resulta agotador y por algún motivo cuantos más fallos corregís más parecen aparecer. Es un no acabar que parece susurraros "termina ya". Llevas más de dos meses entre la revisión del texto y la aprobación de las galeradas, y el libro parece que nunca fuera a llegar a la imprenta. Así que, completamente desesperado, das tu "visto bueno"

¿Qué ha pasado? Tienes el libro, con su flamante portada y sus preciosas páginas que, lamentablemente y según lo que te dice todo el mundo, está lleno de errores de maquetación y hasta falta de ortografías. ¿¡Más de veinte correcciones y tu texto (¡¡tu texto!!) tiene faltas de ortografía!?

Es algo horroroso y que hace que se te suban algo más que los colores cuando hablas con la gente, ¿pero es culpa de la editorial? Tal vez podrían haber revisado mejor el manuscrito (no lo vamos a negar), pero seamos críticos: quien dió el visto bueno fuiste TÚ.

A ver, entendemos tu desesperación y por qué cediste ante ella (nos ha pasado), sin embargo es tu reputación la que ha quedado dañada, y tu libro el que pierde categoría ante los lectores. Así que, continuando con la metáfora del título de esta entrada, para evitar una situación en la que ya no os importe si aparece un mono en la portada (a menos que el libro vaya de ello, como es el caso de las dos últimas imágenes que hemos elegido para esta entrada) os recomendamos paciencia. Si estáis hartos de revisar la galerada una y otra vez, no lo reviséis: descansad, daos un tiempo, y retomadlo cuando estéis preparados, pero no renunciéis a que vuestro trabajo tenga toda la calidad que podría tener de dedicarle el tiempo que necesita.

Rosario Jiménez Roque

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